Perteneciente a la cultura de los Atahuallos, Rúpac (que se enciende en Quechua) es prácticamente desconocida a pesar de su magnífica arquitectura sin igual, una cincuentena de edificios en buen estado de conservación, lo mismo ocurre con las cercanas ciudadelas de Añay y Chíprac.
La tibia luz del alba baña siempre las milenarias rocas de esta ciudadela antes que cualquier zona aledaña, seducción y misterio en estado puro. El sol entra como espuelas en las hendiduras de las piedras pulidas y lisas de este maravilloso complejo como si se tratara de un canto y un enigma milenario.
Lo cierto es que la huella del imperio Wari-Tiahuanaco quedo plasmado en Rúpac, los techos de piedra y la geometría tipo chullpa así lo atestiguan.
Rúpac es una ciudadela con murallas que alcanzan los diez metros de altura, y sus descomunales techos elaborados con grandes losas de piedra cuya superficie está adornada por vegetación diversa, dan a estos edificios la apariencia de que han surgido del fondo de la tierra y dejan en nuestra mente la imagen de lo que habría sido en su época este fabuloso vestigio
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